Sala de Prensa
05/01/2014
"Las estrategias de PNV e izquierda abertzale no son compatibles de la noche a la mañana tras 35 años"
Joseba Egibar (Andoain, 1959) aborda los nuevos escenarios de la pacificación y el autogobierno tras el comunicado del EPPK, así como la pugna con EH Bildu en Gipuzkoa, con la desanexión de Igeldo aprobada por decreto por la Diputación Foral como foco central. (Entrevista Grupo Noticias)
¿El último comunicado del EPPK es una señal de que algo se mueve en el proceso de paz?
Lo califiqué como un ejercicio de realismo que tenía contenidos en tanto que reconocía el daño causado y en el mismo párrafo se renuncia a la estrategia de la violencia, "del pasado". A su vez, manifiestan que, reconociendo su condición de penados, van a utilizar todos los recursos para progresar en su situación penitenciaria. Casi dos años desde el anuncio de ETA y casi tres después de conocer los estatutos de Sortu. Se evidencia que el EPPK avanza a distinto ritmo. El primer paso, que certificó el final de ETA, ya lo dio Sortu en febrero de 2011 con sus estatutos.
El próximo sábado habrá una marcha por los derechos de los presos en Bilbao. ¿El PNV no acudirá por no compartir lo que se defenderá?
De La Casilla al Ayuntamiento es la distancia física, pero la marcha que tiene que completar la izquierda abertzale es la que va de Ez, ez, ez amnistia ez da negoziatzen y Con el derecho de autodeterminación saldréis todos, a una salida individualizada con renuncia expresa a la estrategia que les ha llevado a la cárcel. El PNV tiene su visión y su misión. Podemos y debemos acompañar a elaborar la estrategia de una nueva política penitenciaria, pero el recorrido es de la izquierda abertzale. No nos necesitan para nada.
El lehendakari interpela a Rajoy, pero parece que choca contra una pared.
La perseverancia ha sido característica en todos los lehendakaris nacionalistas que hemos conocido. Urkullu no solo llama y exige respuesta, sino que antes ha remitido un documento donde detalla por dónde pasaría una nueva política penitenciaria. Sin entrar en detalles, el presidente del Gobierno español lo conoce desde hace muchos meses. Siempre pone alguna condición: disolución, desaparición... Si para que ETA desaparezca antes tiene que haber entrega de armas, el Gobierno deberá activar algún protocolo directo o indirecto. ¿A qué espera? Si no sale a ese encuentro para que se den otros pasos después, tendrá que hacerlo alguien. Las instituciones vascas o no vascas, pero alguien. En esa línea trabaja también el Foro Social.
Lo que estaba llamado a ser un agente activo, como es la Ponencia de Paz, parece haber quedado al albur de todo este escenario.
Todos teníamos una idea de cómo iba a ser el final de ETA. Cuando el PSOE, y sobre todo el PP, imaginaban un escenario de vencedores y derrotados, después constatan un escenario electoral en el que el derrotado militarmente sale victorioso políticamente. Provoca tal choque, incluso emocional, que no lo entienden. Requerirá de tiempo para que podamos respetarnos, porque en otras ponencias, como la del Instituto de la Memoria, ya trabajamos. ¿Por qué ahí sí y en la otra no? Son contradicciones de la política. No debemos ponernos excesivamente nerviosos, pero tampoco podemos dejar pasar el tiempo, porque la sociedad necesita referentes sólidos.
¿Valdrá el trabajo de esa Ponencia si no se suma algún otro grupo parlamentario?
Dependerá de las bases sobre las que se articulen los trabajos. Lo que la izquierda abertzale ha admitido, y el PSE y el PP lo saben, es que Bildu asume como documento de trabajo de la Ponencia el aprobado la pasada legislatura y confirmado en esta. Tendrá discrepancias, pero lo admite como documento de trabajo para encauzar las conclusiones. El problema está en que hay quien no está cómodo cuando ve que esa formación ha obtenido 21 escaños, el otro 16, 10 ó 1. También marca la posición de una izquierda abertzale con dudas, que necesita su tiempo, porque se ve en el Parlamento con mucha indefinición, no todo está elaborado, decidido y aclarado.
¿Qué debe esperar la sociedad de la ponencia sobre el nuevo estatus?
Toca actualizar la voluntad política del pueblo vasco en la parte que representa a tres de los siete territorios. En 1979, tras una Constitución que aquí quedó bajo mínimos, el Estatuto se configura en unas condiciones: se reconoce al "Pueblo Vasco o Euskal Herria" y en la adicional se recoge que aceptar ese Estatuto "no implica renuncia del Pueblo Vasco" a los derechos que le correspondan "en virtud de su historia". Luego viene la disolución de los hechos diferenciales entre 17 comunidades autónomas, la tutela militar y la LOAPA. Entonces tampoco se conocía cómo se iba a configurar Europa.
¿Y ahora?
Decimos, como en 2003 -que, como en 1979, existía una estrategia político-militar-, que ha llegado la hora de actualizar. El autogobierno nos ha situado en un escenario en el que decimos, como entonces, que somos un pueblo, que queremos decidir nuestro futuro en 2014 o 2015 en arreglo a los condicionantes de hoy.
Actualizar, ¿hasta dónde?
Hay que buscar el máximo consenso y no admitir ningún derecho a veto. Se propondrán los proyectos y se cruzarán con otras sensibilidades. Buscaremos el mayor de los consensos, pero si faltan, orientarán las mayorías democráticas.
Resulta imposible creer en el "consenso" de las cuatro grandes fuerzas cuando unos quieren llegar a un punto y cuando otros, de salida, no ven necesario ni moverse.
Incluso PP y PSOE se sitúan por debajo del actual estatus al no cumplir el Estatuto. El diagnóstico nos mostrará todo eso. Ocurre que se ha abierto un debate: el modelo de Estado ha quebrado. No quiero saltar a Catalunya porque no es la pregunta, pero ¿qué solución tienen para Catalunya? Porque si no hay consulta, habrá elecciones plebiscitarias. ¿Ofrecerá algo a Catalunya o se atrincherará sin más? Al Estado se le abre la oportunidad de reconocer la existencia de dos sujetos políticos más: pueblo catalán y pueblo vasco.
¿El PNV pedirá en esta Ponencia incluir el derecho a decidir?
Está en nuestro programa, pero no queremos decir de entrada que nuestro punto de partida es el de llegada. Estamos dispuestos a escuchar lo que otros digan.
Sortu asume el preámbulo del Plan Ibarretxe y los preacuerdos de Loiola. ¿El PNV los sigue asumiendo?
La cuestión no está en que asuma o no, sino en que no han redactado una línea propia. El PNV no tiene ningún problema en contemplar esos textos y otros. El problema no está en aceptar eso o no. La izquierda abertzale es un poco rehén de sus propias contradicciones e indefiniciones. Han hablado de la Vía Vasca. Es tan ancha... No es una vía, es una explanada, les dije, la vía tiene coto a ambos lados, por dónde caminar.
¿El PSE está donde llegó en Loiola con Jesús Eguiguren y Rodolfo Ares o ha dado marcha atrás?
Esos compromisos obedecerían a un tiempo pasado y han prescrito. Uno se pregunta: cuando en esos papeles se habla de un doble estatuto, incluso de una asamblea legislativa entre la CAV y Navarra, ¿cuál era el contexto? Decían que por un bien supremo, la paz. Seguimos y nos preguntamos si la paz tenía precio. Entonces, se bloquea el tema y dicen que todo ha prescrito. El PSE ha tenido recorrido para adelante y para atrás, pero nunca se sabe dónde está.
¿Influyen las primarias del PSOE?
En alguna medida. No creo que quien se vaya a presentar no tenga una aproximación de cómo resolver el tema catalán y el vasco. En el fondo es un modelo de Estado, que si asumes que hay sujetos políticos que pueden decidir su futuro como tales, debe admitir que el derecho a decidir es parte inherente y debes pactar ese ejercicio, como dice Artur Mas.
¿Cómo influye Catalunya en el escenario vasco?
Se mira con atención y la gente se pregunta a ver aquí por qué no. La pregunta tiene como respuesta otra pregunta: ¿por qué en 2004 no? Existía una estrategia política y democrática que desde el Gobierno de Ibarretxe, con EA y EB, quería distinguir el autogobierno de la paz; y una izquierda abertzale que hizo ese tres votos a favor más tres en contra, que es igual a cero, y el séptimo, huido -Josu Urrutikoetxea-. Esa es la fotografía de aquel momento. Cuando queremos actualizar la voluntad política, la urgencia de la izquierda abertzale pasa por detallar una política penitenciaria que haga que la gente que está en la cárcel por una estrategia que ha tocado a su fin pueda observar en tiempo racional cuándo puede ser libre. No orillará el otro debate, como no lo haremos nosotros, pero en Catalunya siguen un ritmo que sorprende.
¿Por qué?
Por su irreversibilidad y la precipitación de los acontecimientos. En política tan importante como el argumento es la oportunidad, y creen que ha llegado la hora de plantar cara al Estado y decir, desde ese libre ejercicio, que quieren un modelo de convivencia diferente. En Euskadi, esa formulación tendrá recorrido, siempre que hagamos losetxekolanas, porque no tenemos el tiempo, el ambiente y la mayoría abertzale en los mismos registros políticos.
¿A qué se refiere?
Tras 35-40 años, dos estrategias que han chocado permanentemente, la política y democrática, y la político-militar, no se convierten en compatibles de la noche a la mañana. Ha habido una cultura de imposición, de confusión que arranca y termina en su proyecto propio, que todavía caracteriza a la inmensa mayoría de las decisiones políticas e institucionales de la izquierda abertzale. Intenta satisfacer a esos grupos de su núcleo duro, porque si no, les constituyen una corriente más a la izquierda. Lo vemos en Gipuzkoa. PNV y la izquierda abertzale tienen y van a competir, pero también tienen que colaborar sobre unas bases políticas mínimas para definir ese sujeto político, ese derecho a decidir, etc. En la ponencia se irá viendo. No nos vamos a precipitar, pero daremos pasos firmes y sólidos.
Lo de Igeldo concluirá con una sentencia en uno u otro sentido. ¿Qué hará el PNV?
Sin entrar en vaticinios, se debe decir lo que ha hecho la izquierda abertzale. Cuando se observa que en el escenario en que las opciones van a ser no -por parte del decreto foral que puede ser declarado de nulo derecho- y no -por la legislación española-, echan mano del sí. Satisfacen a Itxas-Aurre con una consulta que dijeron a los cuatro vientos que no sería vinculante y la convierten de la noche a la mañana en el eje de actuación de la Diputación, que declara vía decreto la desanexión y sube a colocar una placa. ¿Eso qué es, además de un despropósito? Es satisfacer a un núcleo activo, aunque sea minoritario, porque sabe que si no lo hace esta legislatura, para la siguiente no puede prometer lo mismo: no le van a creer.
¿El PNV está cómodo?
Sí. Decimos que será lo que los igeldotarras quieran: pueblo, barrio, entidad local menor... Eso va en nuestro ADN. Hay que distinguir el derecho a decidir de nuestro pueblo y la constitución de ayuntamientos. Estamos en contra de que se haga esta operación política como se ha hecho. Sería bueno que los igeldotarras se pronuncien sobre las distintas opciones. La izquierda abertzale confunde su proyecto con las necesidades de guipuzcoanos e igeldotarras, y juega sabiendo que puede venir un juez que corte. La responsable ya no será Bildu, sino la Justicia o quien recurra.
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